Cómo puede ocurrir
Los estudios demuestran que el aislamiento social y la soledad de las personas mayores perjudican la salud y el bienestar. Pero no hace falta que los estudios lo demuestren: todos lo sabemos.
Todos hemos experimentado la soledad y el deseo de estar en otro lugar o con otras personas. Tal vez sea incluso una parte intrínseca del ser humano, desear lo que no tenemos o soñar despiertos con otras vidas.
Pero sentirse momentáneamente triste o aburrido sabiendo que tienes un amigo a punto de caer es muy distinto al tipo de soledad desesperante que algunos experimentamos y que puede volverse más frecuente y preocupante a medida que envejecemos.
El aislamiento puede invadirnos. A menudo no es una decisión deliberada -separarse de los demás-, pero ocurre. Puede que elijamos salir menos o que nos resulte demasiado difícil y caro. Podemos sentir que no encajamos o que tenemos poco en común con la gente que conocemos.
O podríamos encontrarnos en medio de una pandemia mundial, con nuestros gobiernos diciéndonos que nos quedemos en casa y que seamos socialmente distantes cuando salgamos.
En general, vivimos más tiempo y de forma más independiente que las generaciones anteriores. Esto significa que la forma de la jubilación y de la vida posterior ha cambiado. Una persona que se jubila hoy puede pasar décadas fuera del trabajo, dejando atrás el sentido de propósito que aporta un empleo y las conversaciones fortuitas con los compañeros.
Cambiamos esto por la promesa de horas de tiempo libre para dedicarnos a aficiones, viajar por el país y pasar tiempo con la familia. Pero luego resulta que es bastante difícil encontrar un hobby, las fronteras están cerradas y nuestros familiares están fuera viviendo el tipo de vida ajetreada y plena que siempre esperamos que tuvieran.
Además, una vez jubilados, muchos de nosotros nos enfrentaremos a algunos de los mayores retos de nuestra vida: la pérdida de la pareja y los amigos, dolores y enfermedades que se hacen crónicos en lugar de pasajeros, la familia que crece y se muda.
Puede que veamos cómo disminuyen nuestros ahorros y aumenta el coste de la vida, que tengamos que huir de una relación abusiva o que nos encontremos dando vueltas en una casa que nos encanta pero que ya no nos gusta. Y es entonces cuando el aislamiento puede instalarse y ser difícil de superar.
Cómo nos afecta
El aislamiento y la soledad pueden ser debilitantes. Estar solo deja espacio para los pensamientos negativos y la autoconversación pesimista o inútil.
Sin interrupciones de otras personas ni la distracción de acontecimientos espontáneos, es posible que tengas pensamientos ansiosos y repetitivos, que te centres en las cosas que has hecho mal o que imagines razones por las que la gente no se acerca a ti. Puede que te preocupes por quién te ayudará si tienes un problema o por cómo realizar una tarea que no puedes hacer por ti mismo. Puede ser agotador, estresante y muy, muy duro.
Cuando nos aislamos no se trata simplemente de que pasemos tiempo solos (estar solo no es lo mismo que sentirse solo). El aislamiento es la pérdida de relaciones significativas, no saber a quién pedir ayuda y no sentirse parte de algo.
Estar aislados significa que tenemos pocas oportunidades de participar en nuestro mundo; en su lugar, nos convertimos en observadores, a menudo muy críticos, y podemos ser increíblemente duros con nosotros mismos.
Sentirse solo y aislado no es algo que deba ignorarse o considerarse sin importancia. No es algo de lo que la gente deba avergonzarse o disculparse. Y es algo que puede solucionarse.
Cómo abordar el aislamiento
A menudo, lo que la gente echa en falta cuando se siente sola o aislada es estar conectada con los demás de forma significativa. No se trata sólo de no tener a nadie a quien recurrir o pedir ayuda, sino también de sentir que nadie depende de ti ni se siente unido a ti.
Una buena forma de abordar el aislamiento es probar varios enfoques diferentes. Así no pones todos los huevos en la misma cesta y creas más oportunidades de conexión.
Las conexiones y amistades que establezca y mantenga pueden ofrecerle distintos beneficios, como distracción, conversación, risas, amistad y seguridad.
No es fácil tender la mano: la mayoría de nosotros nos sentimos tímidos en situaciones desconocidas y con gente que no conocemos. Pero en la mayoría de los casos la gente reacciona con positividad y ánimo.
Algunas cosas que probar:
Pruébalo
Encuentre o comprométase con una afición o actividad recreativa. Puede que empieces solo, como pintar, trabajar en el jardín o ver películas, y una vez que te sientas seguro e implicado con ello podrías ponerte en contacto con otras personas con un interés similar o unirte a un grupo de personas afines; por ejemplo, asistir a una clase de arte, unirte a un jardín comunitario o ir a un festival de cine.
Uno de los aspectos positivos de la pandemia de COVID-19 ha sido el florecimiento de oportunidades y comunidades en línea. Cosas como presentaciones de libros, representaciones teatrales, charlas y foros que antes se celebraban en persona y a las que podía resultar difícil asistir, ahora pueden tener lugar en línea, lo que te permite acceder a ellas fácilmente desde casa.
Cultive sus amistades
Las amistades y las relaciones requieren cariño, tiempo y esfuerzo. Intenta mantener el contacto con los demás mediante llamadas, mensajes, visitas o cartas para demostrarles que piensas en ellos.
No espere siempre a que los demás se pongan en contacto con usted: pase de los pensamientos a la acción poniéndose en contacto cuando se le pase por la cabeza un amigo al que hace tiempo que no ve.
Cuando te sientes solo y deprimido, puede ser difícil recordar que a veces los demás también se sienten así. Puede que te agradezcan que hagas el esfuerzo de tenderles la mano.
Devolver: encontrar un propósito en tu mundo
Piensa en las cosas que son importantes para ti y en cómo puedes centrarte en ellas y dar a conocer su valor a los demás. Por ejemplo, puede que tengas un fuerte deseo de proteger el medio ambiente o de apoyar a los solicitantes de asilo. Convierte tus pensamientos en acción buscando grupos online o comunitarios que necesiten tu participación y apoyo.
De este modo, puedes mantener una vida con sentido y plena, en la que otras personas se benefician de tu experiencia e implicación y tú te beneficias de las conexiones que estableces y de la satisfacción de dar.
Aprenda algo que no necesita saber
Intenta sentir curiosidad por el mundo. ¿Hay algún tema que siempre te haya interesado o algo reciente que haya despertado tu interés? Haz un esfuerzo por abordar esas lagunas en tus conocimientos: puede que nunca hayas puesto en práctica esa habilidad o información concreta, pero eso no tiene por qué ser necesario para que resulte fascinante.
Aprender con un grupo puede ser una forma de conocer gente nueva, mientras que el seguimiento de un tema que le interese puede abrirle otras oportunidades de participación o viaje.
Manténgase en contacto físico
No es necesario convertirse en un conejito de gimnasio, pero mantener la salud y la forma física ayuda a poder participar en todo tipo de actividades sociales.
Mejorar la forma física aumenta la confianza en uno mismo porque uno sabe que puede seguir el ritmo de los demás y alcanzar sus objetivos, y ayuda a mantener la independencia porque facilita los desplazamientos.
Hable con un profesional
La soledad y el aislamiento a veces van de la mano de la ansiedad y la depresión. Hable con su médico de cabecera sobre su salud mental y solicite un plan de salud mental como forma asequible de acudir a un consejero o psicólogo.
Los psicólogos pueden ofrecerte distintas formas de pensar sobre tu situación y adaptarte a tus circunstancias actuales. Esto puede incluir ideas para pensar de forma más positiva, aprender a escuchar bien para fomentar la conexión y adaptarse al cambio.
por Melanie Joosten, Seniors Rights Victoria
Todos los comentarios son moderados. Consulte nuestras condiciones de uso para saber cómo participar en nuestra comunidad.