Según el Instituto Australiano de Salud y Bienestar, uno de cada seis australianos tiene más de 65 años y se prevé que la cifra aumente.
Por su parte, la Oficina Australiana de Estadística indica que el 52,3% de los australianos de más edad padece alguna discapacidad, y el 86,6% tiene una o más enfermedades de larga duración, según el último resumen de resultados.
Esta intersección a menudo hace que las personas experimenten prejuicios tanto de edad como de capacidad, y puede impedir que reciban una atención adecuada o que se les incluya en la toma de decisiones y la participación social.