"Probablemente esos entornos tienden a ser un poco restrictivos... [y a no reconocer que los adultos] tienen derecho a asumir cierto nivel de riesgo y a tener cierta autonomía [sobre] cómo llevan su vida", afirma Freeman.
Dice que a las personas mayores puede resultarles difícil mantener conversaciones con profesionales médicos sobre temas como la lubricación y la disfunción eréctil.
"Aunque son absolutamente [una] parte natural [del envejecimiento], por desgracia, se consideran inevitables... cuando en realidad hay intervenciones que pueden ponerse en marcha para responder o prevenir algunos de esos síntomas que repercuten en la vida sexual de las personas".
La directora de Celebrating Ageing, Catherine Barrett, ha coeditado un libro sobre los derechos sexuales de las personas mayores.
"Existe un estigma [sobre el sexo] en la asistencia a ancianos, y ese estigma procede de los proveedores de servicios, de otros residentes, pero también de los familiares", afirma el Dr. Barrett.