Según este artículo de HelloCare, esta práctica no sólo es contraria a la ética, sino que constituye una forma de abuso institucional que atenta contra la dignidad y la autonomía de algunos de los miembros más vulnerables de la sociedad.
La justificación de esta práctica varía. Algunos centros tienen rutinas arraigadas que obligan a los residentes a ducharse antes del desayuno, mientras que otros lo imponen para aligerar la carga de trabajo del personal del turno de mañana.
Independientemente del razonamiento, el resultado es el mismo: se priva a los residentes de su derecho a dormir y se desprecia su autonomía básica.