La Sra. FNB tenía 78 años cuando falleció su marido, dejándole un patrimonio muy cuantioso que incluía complejas estructuras de sociedades múltiples y fideicomisos. Tras su muerte, la señora FNB se mudó con su hija, a la que nombró su apoderada permanente. Se le había diagnosticado demencia de moderada a grave. Dos años más tarde, se trasladó a vivir con uno de sus dos hijos y firmó un nuevo poder notarial permanente en el que nombraba a ese hijo.
Basándose en un historial de conflictos en la familia, la hija de la Sra. FNB solicitó al entonces Tribunal de Tutelas que se revisara el nuevo poder duradero.
El tribunal escuchó que el hijo de la Sra. FNB, actuando como su abogado, había utilizado parte de su dinero para su propio beneficio, pagando cosas como coches y la matrícula escolar de sus hijos. También había utilizado el poder duradero para hacer grandes pagos de la herencia a sí mismo y a su hermano, pero muy poco a su madre o hermana. También había un conflicto de intereses entre su función de abogado y su papel en una de las estructuras fiduciarias de la herencia.
Tras un largo proceso, el tribunal decidió proteger a la Sra. FNB revocando el poder notarial permanente y nombrando al New South Wales Trustee and Guardian como su gestor financiero.