En Australia, a los musulmanes de primera generación puede resultarles difícil comprender el cambio de actitud de sus hijos, y la segunda generación puede incluso no entender la necesidad de respeto hacia sus mayores.
Estas dinámicas cambiantes pueden a veces causar fricciones en el seno de las familias y, en el peor de los casos, desembocar en malos tratos a las personas mayores.