Elizabetta cedió su casa a su hijo

Elizabetta estaba decidida a seguir viviendo en su propia casa hasta que muriera. Su hijo, Kalevi, la animó a cederle el título de propiedad de la casa, ya que sería beneficioso para su situación con el banco, y le dijo que podría vivir allí el resto de su vida. Elizabetta se alegró de apoyar a su hijo y decidió que, como heredaría la casa algún día, esto no suponía ningún problema.

Informó a Centrelink, que le confirmó que tenía un interés de abuela en la vivienda, por lo que no afectaba a su pensión de vejez.

Cuando el negocio de Kalevi se vino abajo, el banco le informó de que tenía que vender la casa de Elizabetta para pagar sus deudas. Elizabetta se vio obligada a abandonar su casa, el barrio en el que había vivido durante 60 años y su hermoso jardín para mudarse a la habitación libre de Kalevi, al otro lado de la ciudad.